viernes, 16 de diciembre de 2011

¡Adiós Príncipe!


Adiós Príncipe!
SARA CUCALA
Llevo un tiempo pensando que el cielo se está convirtiendo en un lugar gourmet repleto de buenas charlas en torno a una mesa donde los más ilustres invitados no tienen prisa para terminar la sobremesa. Allí en ese paraíso o infierno ¿quién sabe? Estará Santi arrancando flores de nube para su recetario de temporada, y nuestro querido Gaspar Rey, excelente gastrónomo al que perdimos hace unos meses, picojoso con el rey de los fogones, verborreico, como siempre, platicando –hasta en japonés, el japonés de las mujeres- sobre las nuevas técnicas de cocina, discrepando con Santi en todo lo que se pueda y más… y ahora, ocupando la presidencia de la mesa –no podría ser de otra manera- escucha y contempla silenciosamente la discusión de sus compañeros de mesa el que ha sido y será una de las figuras de la gastronomía más importantes de nuestro país, Joaquín Merino, conocido, llamado y amado por todos los que nos dedicamos a esto de la gastronomía como el Príncipe

He aprendido con el Príncipe a no dejar nada en el plato y a entender a cada bocado el por qué de las cosas culinarias; hemos sido compañeros de pupitre gourmet y también viajeros conciliadores; nos hemos bebido Escocia juntos; bailado al ritmo de gaitas y brindado con lo que nos pusieran en la mano, realmente no nos importaba qué, todo lo que le servían al Príncipe era supremo y yo he tenido la suerte de compartirlo con él. 

Se nos ha ido uno de los mejores escritores, culto y ejemplar, de nuestra gastronomía. Pocos quedan ya, realmente, que se encuentren el término preciso, la palabra idónea, el discurso exacto para definir un plato, un ingrediente, un aroma, un sabor… esto solo lo hacía con acierto nuestro querido Príncipe. 

Historias de la Buena Vida, Londres para turistas pobres, Londres para turistas ricos, Andar y Charlar, Londres para Vives Fierro, Sólo Mirando, Galicia Estrebe, Perla de Arousa, Los Titanes de los fogones… libros y libros excelentes, de narración personalísima que nos deja como legado para los que estamos aquí, sabiendo que él está allí ocupando una nueva estrella en el ciberespacio gourmet del cielo. 

Joaquín Merino murió la madrugada del 14 de diciembre, brindaremos contigo siempre ¡no podía ser de otra manera! Adiós Príncipe



martes, 13 de diciembre de 2011

Navidad... cuentos y música

No sé por qué pero al escuchar el villancico de Serrat y Sabina ¡me he acordado tanto del cuento que le regalé a mi amigo Chema de Isidro!
Con música de los mejores, mi especial Chin Chin. Feliz Navidad!!




Chin Chin!
La madre encabeza la mesa. El padre ocupa el puesto contrario. A izquierda y derecha se distribuye los gemelos, la hermana mayor, la pequeña, el abuelo, el primo soltero y la tía primera. Son las nueve y media de la noche. Las noches de Noche Buena exhalan perfumen de nostalgia, aires fríos anunciadores de las primeras nieves. Todos visten sus mejores ropas, hasta el primo soltero, siempre rebelde ante imposiciones de protocolo. La madre lleva desde las ocho de la mañana cocinando: sopa de marisco y pavo relleno como platos fuertes; y para abrir el banquete, unos bocaditos de salmón marinado con huevas de mujol, ensalada de frutos de mar, jamón ibérico de bellota y un poco de foie casero. Es la noche de la cubertería de boda, de las copas de bohemia con las iniciales de los patriarcas talladas en el medio del cristal, de las servilletas de nilo. Se guarda silencio hasta que la madre inaugura la mesa. Entonces todos sonrien. Siempre se sonríe en Navidad, es como una obligación, un mandato secreto que impone el Dios festivo. ¿Quién recuerda entonces la razón de esta fiesta? Se come con ligereza. Lo que ha tradado en prepararse más de diez horas, desaparece de la mesa en pocos minutos. Luego llegan los postres: turrones, mazapanes, polvorones, peladillas y unas uvas pasas. Burbujas en las copas de cava y tiempo para la sobremesa.
Casi como un clon se repite la ceremonia en cada hogar de España. Comemos sin saber de dónde viene cada bocado que ingerimos con saña: esa sopa de marisco con su rape y mejillones, sus gambas y un toque de almendras crudas machadas en mortero. Nutritiva, disgestiva y una roptura a la monotonía del resto del año, bañado en sopas de cocido, gallina y huevo. A cada cucharada uno siente estar sorbiendo el lujo por su boca. Puede que las primeras comidas fueran caldos en los que se sumergían alimentos duros, imposibles de digerir en seco. Y de ese primera sopa llegó la sofisticación de la olla con Francia, España e incluso en el lejano Oriente, donde las sopas son la invitación a cambiar de plato, a limpiar cuerpo y alma para regalarle al paladar nuevos sabores.
¿Y el pavo? Pulardar, pollo, pato… un animalillos de plumas, con sorpresa dentro, se convierte en el manjar de las mesas navideñas. Lo del pavo relleno nos viene de los exquisitos recetarios ingleses ¿quién lo iba a decir? Era costumbre de la clase noble británica comer pavo relleno. Allá por finales del XVIII y principios del XIX, el comercio de vinos españoles —sobre todo los del marco del Jerez— estaba en auge entre viajantes ingleses. De aquellos trayectos de Norte a Sur, de Inglaterra a España, con las alforjas llenas de excelentes vinos sureños, surgieron algunas familias donde las culturas se cruzaron y por lo tanto las costumbres. Así, casi sin quererlo, comenzó a prepararse el pavo con sus piñones, sus pasas, castañas, cerdo y vaca picadas, zanahoria, tocino, pimienta y unos chorritos de Brandy y vino seco de Jerez.
Todo buen festín acaba con el dulce. Dulces de herencia árabe, legendarios bocados arraigados a nuestros recetarios festivos desde la antigüedad. Se sabe que se hace y se come turrón en todo el litoral mediterráneo desde la Edad Media, en Italia era conocido ya en el siglo XV. Pero un mordisco de turrón nos lleva indudablemente a un pueblo, Jijona. Desde tiempo inmemorial varias familias se dedicaban al arte de elaborar esos ladrillos de almendras amargas y dulces bien picadas y miel. Tres ingredientes indispensables en los dulces navideños todos ¡tan morunos!, que se repiten en otros bocados como los mazapanes.
Los miembros de la mesa han terminado la cena. Ha sobrado mucho, en Navidad siempre se cocina abundante porque es signo de riqueza o generosidad. Al día siguiente, el 25 de diciembre, vuelven los restos del pavo a la mesa y posiblemente un pato a la naranja. El pescado está prohibido, lo dicta esa religión en la que nadie cree pero a los que todos obedecen en estos días. Hay que ganarse el cielo o los regalos de Papá Noel o de los Reyes Magos, ¿quién sabe? Lo cierto es que todos los miembros de una familia vuelven a unirse, se sientan a la mesa, con las copas de bohemia, la loza de boda y los manteles de puntillas bordados hace un siglo por la tatarabuela del padre. Revolotean las burbujas en el interior de las alargadas copas y un árbol de hojas de plástico luce parpadeantes y coloridas luces. Es hora de comer, comer hasta saciar lo insaciable, y sonreir, al día siguiente tendremos la firme promesa de comenzar una dieta… ¡Felices Fiestas!

— Sara Cucala 

jueves, 24 de noviembre de 2011

Dieta, dieta... lo que se dice dieta...


No me gusta hablar de dietas, ¿cómo puede hacerlo alguien que se pasa la vida viajando de un lado a otro por el mundo comiendo y bebiendo? No, no lo hago por vicio sino por puro placer y, como dice mi amiga y querida Ana Lorente, "porque así lo dicta el canon de los gastrónomos" o, como solemos decir los que nos dedicamos a esto de escribir sobre el yantar, "cuánto caviar tengo que comer para llevar los garbanzos a casa"

Por eso y porque, sinceramente, pienso que no lo necesito solo hice dieta una vez en mi vida y fue para comprobar por qué el señor Dukán se había convertido en el libro de ficción más vendido no solo de España sino también, y que yo sepa, de Francia. ¡De casi me da algo! Dejé la dieta no solo porque yo me veía igual todos los días, sino porque soy miembro del jurado de Cortadores de Jamón del Salón Internacional de Gourmets así que ¿cómo puedo dejar mis funciones por una dieta?

Pero hoy hablo de dietas porque quiero hablar de un amigo. Se llama Chema de Isidro y es no solo un queridísimo compañero de batallas culinarias, un excelente cocinero (La Bella Lola. Madrid), profesor en mi escuela de cocina A PUNTO, sino también -y creo que esto es lo más importante- una maravillosa persona. Así es mi Chema.

Pues hace unos meses que se embarcó en su primera aventura bibliográfica, Roca Editores (Planeta) le pidió que hiciera un recetario sencillo y muy saludable. Dijo que sí. Mi Chemita pocas veces dice que no. Y se puso a diseñar un libro que a mi parecer es sensato...o eso creo, lo que sí tengo seguro es que los que hagan estas recetas no caerán en una triste depresión delante de solitario filete de pollo a la plancha.

Antes de entregar el original me llamó y me pidió un texto para cerrar su libro, un relato que hablara de las fiestas navideñas, de los festines en familia. Al día siguiente le mandé mi 'Chin Chin' (así se llama mi historia para Chema) que está incluido (junto con otro texto de mi -de nuevo- querida Ana Lorente) en su libro La Dieta de la Proteína, que ya está en mi librería y que os puedo asegurar está escrito con mucho corazón, el corazón de este pedazo de amigo y chef.

¡Feliz dieta!



miércoles, 23 de noviembre de 2011

viernes, 11 de noviembre de 2011

Palabras, palabros... que nos llegan





Yuzu. Japón nunca fue puerto de amarre en las rutas de las especias, en los largos viajes de los viajeros ávidos de nuevos mundos. La isla vivió aislada y olvidada de los mapas de ruta de intercambios comerciales. Llegaban los sabores de otros mundos a pequeñas gotas: en los siglos VIII y X comenzaron a entrar algunas frutas y verduras procedentes de los puertos de China y Corea; y ya en el siglo XVI, en la isla supieron por primera vez algo sobre un llamado Nuevo Mundo y entonces se dejó caer alguna embarcación con sabores de América, que pronto comenzaron a cultivarse en la isla. Ese intercambio tardío de productos de huerta y también de especias no debió de ser algo que preocupara en demasía a Japón. El país vive envuelto en una climatología privilegiada, ni fría ni tropical, con sus cuatro estaciones bien marcadas, lo que beneficia, sin duda, la riqueza de un mercado variado de mar y tierra, que brota y se consume en perfecta armonía ad hoc a cada época del año.
Antes del boom de la cocina japonesa en España, de esto hace ya casi unos veinte años, Francia en época de su Nouvelle Cousine ya tenía sus ojos puestos en la cuidadosa y virginal manera que tenía los japoneses de trabajar con los alimentos. Esa cocina del crudo, de las salsas naturales animadoras de matices gustativos, esa cocina del ritual y la buena educación en la mesa, esa cocina de la belleza, del emplataje del yin y yang fue para los franceses de comienzos del siglo XX un motivo de admiración y curiosidad.
Hoy ¿qué sería de nuestra cocina sin los sabores procedentes de otros mundos? Ésta es la era de la revolución culinaria del siglo XXI, del mestizaje, la fusión y las armonías, del entendimiento y del uso de ingredientes únicos. Es el momento en que el mundo se une en un plato y las cartas de los restaurantes incorporan nuevos lenguajes: edamame, daikon, sushi, kombu, dashi, ichiban y también yuzu.
Yuzu: “cítrico japonéscitru juno- más intenso que los limones y no tan dulce. Se utiliza tanto por su zumo ácido como por su piel aromática”, definición de Nobu Matsuhisa.
Es de los pocos frutos autóctonos de la isla. No ha llegado de otros mundos ni es fruto de un híbrido entre diferentes frutas –al menos que se sepa-. Se trata de una variedad de la cidra del tamaño de una mandarina, de corteza robusta, rugosa y muy aromática.
En verano el fruto aparece en el mercado japonés con un color verde intenso y en Otoño cambia su tonalidad por un amarillo de hojas secas. Al resto del mundo, lejos de Japón, el yuzu se encuentra en tiendas especializadas en productos nipones en estado líquido o en bolsitas de polvo cítrico. Desde hace unos años, al igual que las verduras y las frutas y las especias han ido adaptándose a los suelos nipones, el arbolito del yuzu, de poco más de dos metros y medio de estatura, ha comenzado a echar raíces en España; y lo ha hecho en los Viveros Huerto de Elche, un huerto de frutos desconocidos o milagros para el paladar que dirige el biólogo Santiago Orts. En nuestro país se recolecta en septiembre y habitualmente viaja directamente a las cocinas de los grandes chefs, por lo que es difícil encontrarlo en las estanterías de las fruterías de barrio.
Precisamente, en España no hubiéramos sabido nada del yuzu si no hubiera sido porque la alta cocina española hubiera visto y saboreado en este cítrico japonés la esencia fundamental para crear un plato de autor. Así, la llegada del yuzu a nuestro paladares ha sido a través de Joan Roca, David Muñoz, Rodrigo de la Calle, Ferrán Adrià o Paco Torreblanca, entre otros. De ellos han nacido platos como la nube de limón o el polvo de yuzu o el turrón de foie y yuzu, trucha con falsos sarmientos, leche de coco, yuzu fresco y alga de tierra…
Como otros ingredientes utilizados en la cocina nipona, el yuzu sirve para potenciar el sabor de ciertos platos y salsas, su punto de acidez y su amargor lo convierten en una parte fundamental en ciertas composiciones culinarias como la salsa ponzu: con mirin –vino dulce apto para cocinar-, dashi –caldo de pescado-, komezu –vinagre de arroz- y shoyu –salsa de soja-; se utiliza para hacer mermeladas, sorbetes, gelatinas e incluso para aromatizar ciertos inciensos.
Hay que remontarse muchos siglos atrás para descubrir las propiedades de estos frutos como combatientes de ciertas enfermedades como el escorbuto o como componentes claves de tratamientos de belleza. La cáscara del yuzu es el aroma del Japón invernal; y el jugo… el jugo es la balsa divina y terapéutica en la que se bañan los cuerpos nipones el 22 de diciembre, fecha en la que se celebra el solsticio de invierno, el Touji.
El Touji es la noche más larga del año y el momento en el que se aprovecha para reunirse con la familia o los amigos, comer kabocha (que es como llamana a la calabaza, que llegó a la isla procedente de Camboya allá por el siglo XVI) y bañarse en aguas de yuzu para rejuvenecer el alma y el cuerpo.  


Este artículo lo escribi en febrero de 2011 para la revista Siete Leguas, lo recuerdo ante la reiteración de este cítrico en las nuevas cartas 'fusión' en España            

martes, 8 de noviembre de 2011

Tomás Segovia, ¡Muere un poeta, afloran sus versos!



Supe de Tomás Segovia hace relativamente poco. Me lo presentó una buena amiga que trabaja en la Residencia de Estudiantes. Fue un día cualquiera en el que dos personas comienzan a hablar sobre sobre poesía y poetas brillantes, en esa conversación escuché por primera vez el nombre de Tomás Segovia y sentí la pasión de mi amiga por este fantástico poeta.

El desconocimiento lleva a la fascinación de lo nuevo, a las emociones virginales que proceden de sensaciones diferentes, anómalas a la cotidianidad de día a día.

Después de aquella charla, a los pocos días, mi amiga me trajo tres libros de Tomás Segovia, uno de ellos con un CD donde aparece toda la lectura comentada que hizo Tomás Segovia en la Residencia de Estudiantes el 23 de abril de 2009 y en el que de vez en cuando me recreo con su voz, su humor y sus excelentes versos.

Su muerte me ha recordado uno de sus poemas "Tal vez se llame Muerte lo que anhelo; / tal vez se llame eterna noche, olvido; / tal vez se llame así, que en lo vivido, / nada alcanza a medirse con su vuelo; "

Aquí os dejo su voz susurrando versos que pretenden definir la poesía... y mientras, yo brindado por y con él con un Laurent-Perrriet Cuvée Rosé




lunes, 31 de octubre de 2011

¿Qué esperas de un churro?



Hace cuatro años que salió la primera edición de mi libro Desayunos en Madrid. Cuando tracé el perfil y contenido de este libro busqué la variedad de sabores para comenzar el día, la excelencia y la pluralidad e precios. Es decir, que cada uno de nosotros pudiera variar su menú de desayuno sin dejarse en ello el presupuesto y con el grato sabor de descubrir un Madrid diferente.

Desayunos en Madrid ha recibido varios premios y hoy por hoy ya está en su tercera edición -las dos últimas traducidas al inglés-. Por todo ello, siento un profundo orgullo del trabajo de Matías Pérez Llera, que hizo las fotografías, y de Marisha Boekstaaf que es la responsable del diseño.

Hace poco en la fiesta privada de una amiga alguien se me acercó y me dijo que estuvieron probando algunos de los sitios de churros de los que yo hablo en mi libro y que no les habían gustado nada. Me comparaban 'la cutrez' de las churrerías madrileñas con otra -parece ser que maravillosa, iré y os lo contaré- en otra provincia fuera de ésta. Mi respuesta fue inmediata, al ver quién me decía tal cosa, "no puedes buscar en un churro la alta cocina y mucho menos, no esperes encontrar lujo en esos lugares de barrio de los que yo hablo en este libro"

Los establecimientos de churros que aparecen mi libro son lugares populares, de barrio, donde suenan las cucharrillas de café desde primera hora de la mañana, huele a chocolate a la taza y café recién molido; lugares donde se habla de todo y de nada, se canturrean las comandas con un acento marcadamente madrileño, y en los que los comensales se conocen porque día a día comparten ese despertar de churros y café.

Son churros caseros, hechos al momento y, sobre todo, nada grasientos, que para mí esto es fundamental.

Pero toda crítica, buena o mala, siempre me invita a reflexionar y mejorar, sobre todo ahora que he decidido renovar mi libro y hacer una edición nueva mucho más amplia y selecta, y mi pregunta es ¿qué tiene que tener un churro para ser delicioso?

Os dejo con una pista rica rica y desde luego auténtica: La Antigua Churrería de la calle Apodaca, 11. Desde primera hora de la mañana están haciendo sus churros y porras allí mismo y antes de que salga este sol de Otoño, la gente del barrio sabe que aquí, sentados en la barra -no hay otra- van a probar unos churros y un café más que correctos... En ocasiones, el acto de comer es una excusa fantástica para entablar una conversación de mañana.

¡Feliz despertar! 





lunes, 24 de octubre de 2011

El gastro-cancionero

Hace tiempo que no incremento mi lista de los grandes temas para comer y beber... Aquí os dejo uno de mis favoritos



viernes, 21 de octubre de 2011

¿Quién se puede sentir más escritor: un novelista o un poeta?





"Hazme una señal cuando regreses / y dejen de resonar lejos las pisadas. / Qué ocurrencia, asomarme a ti / cruzando al galope una manada de caballos salvajes / tus ojos" Busco en estos versos y en todos los que componen Retorno de la Voz (Ed. Vitruvio) de mi amigo querido David Morello Castell un poco de aliento ante tanta emoción que me producen sus versos. He aquí un poeta, una voz nueva, un ser en verso que creo va a decir mucho en estos años inciertos que se nos aproximan. No es amor de amiga -que lo tengo- sino el reconocimiento de un escritor joven con una sensibilidad arropada por las palabras bien elegidas, precisas y bellas, colocadas en el lugar justo, en el verso idóneo...
Hace unos días hablábamos en una terracita de Malasaña, dejándonos abrasar por este raro sol de Otoño, sobre novelistas y poetas. ¿Qué es más complicado escribir un verso o dar forma a una novela? ¿Quién se puede sentir más escritor: un novelista o un poeta? Hay charlas que merecen una vida... 




Meses atrás, antes de que llegara el verano, otra amiga querida, Yanet Acosta presentaba en A PUNTO su libro El Chef ha muerto (Ed. Amargord). Compré su libro (claro!!! los libros de los amigos hay que comprarlos) y me lo leí en el tiempo que duró un viaje a Asturias en autobús. Ayer Yanet me recordó que hace tanto que no nos vemos que ni siquiera le había dicho qué me había parecido su libro. Así que ahí va: conozco a Yanet desde hace años. Somos compañeras de profesión, amigas de barra, soñadoras a pie de plato, cómplices de noches largas. Sabía de su buen hacer como periodista gastronómica, como profesora de Universidad, pero aún no había degustado sus palabras como cuentista y novelista. Tengo que decir que El Chef ha muerto es un fantástico libro, bien estructurado, de personajes serenamente dibujados. Es una novela divertida, amena, que nos ayuda a desaparecer durante unas horas del lugar donde estemos, que nos invita a viajar a través de las palabras impresas. Un ser llamado Ven Cabreira al que acabas cogiendo cariño a la par que un cierto desprecio... ¡así es la vida! 
Pero voy a añadir más sobre mi polifacética amiga: Carlos Salem me regaló un libro llamado La Vida es un Bar -cuentos de noche- Malasaña (Ed. Amargord) se trata de un librito de cuentos donde varios autores escriben sobre este barrio madrileño y lo que ocurre en sus barras canallas. Entre todos esos autores también está Yanet y tengo que decir que su cuento, Vainilla o Madera, además de salvajísimo, me parece buenísimo. 

Así me quedo, con la dualidad: ¿Poeta o novelista-narrador? ¿Quién se puede sentir más escritor? ... Creo que me voy a abrir un vino.


Ah, por cierto, David presenta su poemario, bellísimo regalo para sus mayores padres, el próximo día 9 de noviembre en el Café Comercial de Madrid. Por la tarde, ya os diré hora. Estaré allí, claro, lagrimeando orgullo. 





lunes, 17 de octubre de 2011

Tendencias, tendencias, tendencias… para comer





Mientras que en Nueva York Freddy Kruger intenta cortarte el cuello con una sierra mecánica mientras te sirve una ración de alitas de pollo con salsa barbarcoa; la familia Monster se las ingenia para que los comensales sentados en una sala de aspecto gótico pasen una velada terrorífica; por otro lado, en otro lugar de NY, Hannibal Lecter pasea el cráneo de su última víctima ofreciendo a sus clientes una tapita de sesos vuelta y vuelta… ¡American cuisine! En España las tendencias culinarias siguen yendo por el camino de los gastrobares con firma de autor —lo último lleva la de Sergi Arola en el barrio de las letras de Madrid—, las fundaciones culinarias destinadas a la investigación y análisis —como la de El Bulli que está de gira por España en busca de ideas brillantes en materia culinaria— y los cacharritos de cocina que intentan hacer de un bocado tradicional algo novedoso, divertido y rompedor, como ha hecho los de la firma Lekué que acaban de lanzar el Ovo, un artilugio de silicona que nos permite hacer al microondas huevos cuadrados.
Pero por ahora España no vive la fiebre de los restaurantes temáticos en extremo como ocurre en la eterna NY. Sí, es verdad que tanto en Madrid como en Barcelona podemos vivir alguna experiencia donde el significante es más importante que el significado, es decir, el escenario y el divertimento más que la comida en sí, pero no al nivel de Estados Unidos. Con fortuna en España aún pensamos que el ‘acto de comer’ merece mayor atención.
Nuestro país sigue con su tendencia fashion-fusion pero mucho más moderada que tiempo atrás. Hoy por hoy se puede decir que estamos experimentando una vuelta atrás, un retorno a la tradición, a los guisos maternos, a las recetas de ‘a fuego lento’. Ahí está supervivientes y fantásticos restaurantes como El Chiscón de Castelló o el restaurante catalán 7 Portes, que con sus 175 añitos sigue recibiendo premios, el último lo recogerá su propietario, Francesc Solé Parellada, la Medalla al Mérito Turístico en el sector de la Hostelería.
En materia de libros: acaban de salir  maravillas como el documentadísimo libro de Ángeles Díaz Simón Recetas con Historia (Ed. Ariel) con el prólogo de Ángeles Caso. Por cierto, este libro se presenta este mes en A PUNTO, ya os contaré fecha y hora.
Por otro lado, seguimos con la tendencia de los grandes chefs haciéndo públicas recetas sencillas para hacer en casa. Es decir, recetarios de autor para cocinillas hogareños. Lo último, fantástico el libro de Martín Berasategui, Las Recetas Favoritas (Ed. El País Aguilar); La Comida en Familia de Ferrán Adriá con la editorial RBA o Las Comidas en 30 Minutos –en Castellano- de popular chef Jaime Oliver (RBA).

Librería:A PUNTO

lunes, 10 de octubre de 2011

La Carne es Bella

En este momento donde las dietas, la supuesta vida saludable y el ansia por perder kilos mandan, aqui os dejo un delicioso video




Slimtime from Slimtime on Vimeo.

viernes, 7 de octubre de 2011

Novelas con sabor agridulce

Madrid-Asturias. Libro: 'Dos Monstruos Juntos'. Autor: Boris Izaguirre. Editorial: Planeta
Estos meses atrás, cuando terminaba mi novela de la que no puedo contaros nada hasta que, con suerte, me la publiquen, tuve unos días de depresión rara. Pensaba entonces por qué me había metido en tal lío de escribir una novela. Desde luego tenía y tengo varias razones que ahora no voy a exponer porque no vienen al caso. Lo cierto es que metida en este asunto de la escritura 'seria' me he dado cuenta lo difícil que es trazar una historia coherente, lo complicado que es ese día a día con unos personajes de ficción que durante el tiempo que dure tu escritura conviven contigo a todas horas... Todos mis respectos a los escritores porque de verdad que no es un oficio fácil. Pero, una cosa es que no sea una profesión ligera y otra muy diferente es lo que se está publicando últimamente. Me gusta el Boris comentarista en el programa de Gemma Nierga. Me carga el Boris excesivo de TV. Y, tengo que reconocer, que no sabía quién era el Boris escritor. ¿Cuántas vidas se pueden vivir en una sola vida? -reflexión-. Lo cierto es que me compre (EN MI LIBRERIA, lo digo porque Aida, la librera de A PUNTO, se me enfada cuando compro un libro fuera de nuestras lindes) lo último del señor Izaguirre por la única razón de que el protagonista era un cocinero. Ayyyy. Sí, solo puedo decir Ay. Sabéis que nunca critico a nadie, pero es que últimamente, cuando leo a ciertos autores, siento unas ganas impetuosas de levantar el cartel de `Perplejidad`. No hay quien digiera la verborrea narrativa de Boris. Lo siento. No se puede escribir como se habla, y mucho menos como habla Boris, no hay quien lo entienda. Hay que leer una y otra vez cada frase para comprender la complejidad inconexa de las frases. Me gusta la idea del libro: dos fashion-fusion personajes, quasi perfectos, que se van a Londres apostando por una vida mejor y donde se hable inglés (jaja). Pero no soporto cómo está escrito. ¿Cómo hacer de esto un aburrimiento supremo? Bueno, es una penita pero es un libro mal resuelto y, para mí, los 21,50 euros peor gastados de este mes. ¿Por qué se publican este tipo de libros? Porque el autor es mediático; porque se quiere crear una tendencia de... no sé qué... Bueno, algún día lo entenderé o, ¿quién sabe?, si se publica mi novela habrá gente que dirá lo mismo de mí sobre lo que yo estoy reflexioando ahora. Así es estar, ser y apostar por algo. Creo que mi regreso a Asturias lo haré con lo que han llamado la 'Gran Novela Americana', Jonathan Franzen y su libro Libretad. Y siempre llevo a Jaime Gil de Biedma para llenar de bellos versos los kilómetros que me separan de mi vida. Ya sabes los libros en A PUNTO LIBRERIA

martes, 4 de octubre de 2011

Esas pequeñas cosas...



En Sicilia, verano 2011. En una calle cualquiera, en un día sin nombre, regalando versos.


jueves, 29 de septiembre de 2011

Alta cocina de otros mundos: viaje a Ecuador





Sabemos de las cocinas del 'Nuevo Mundo': cada vez más conocemos las excelencias de la peruana; de los punzantes y deliciosos guisos mexicanos, de las carnes argentinas... pero ¿qué ocurre con las cocinas de otros puntos de Sudamérica?

Ayer viaje al Paralelo Cero. Emprendí un trayecto que partió del centro de Madrid y concluyó en el barrio de Salamanca, en la calle Villanueva. Un lugar de nieve, minimalista, funcional y bellísimo, con su barra junto a la entrada acristalada, con la cocina a la vista, con una sala de mesitas junto a un patio de luces de aspecto japonés.

Con la oferta de restaurantes que hay en Madrid acudes a uno entre tantos porque alguien te ha contado que “hay un sitio nuevo que se come muy bien, que es ecuatoriano, con una cocina diferente”... ¡tentador! 

Mesa para dos, un día cualquiera.

Los camareros revolotean por la salsa. Te preguntan lo mismo varias veces: primero un joven, luego una joven, luego otro joven, hasta que uno pronuncia la pregunta mágica: “¿quieren tomar un aperitivo?” ¡claro!

Primera cerveza y la carta de vinos en la mano. Sinceramente, la selección es fantástica. Tienen una bodega cuidada y a precios razonables. Entre mis referencias preferidas vi que tenían El Regajal 2008, Pétalos del Bierzo 2008, Dominio Romano DRD, Pintia 2007 ... Pero nos animamos a un Borgoña pinot noir. Solo tienen dos referencias –y los dos pinot noir- y una, ante la ignorancia de vinos de otros mundos –parte de los nuestros, hay que decirlo todo- pregunta: ¿Qué diferencia hay entre uno y otro?. Respuesta: “que son de bodegas diferentes”. Estuve apunto de levantar el cartel de ‘Perplejidad’ pero opté por numerar cada vino y echarlo a suertes, me quedé con el primero. Me lo sirvieron en copa borgoña que a mi parecer no le pegaba mucho, pero no estaba mal y desde luego fue una agradable compañía para la comida que ahora os cuento.

Después del vino, llegó la carta de comida. Me encanta los lugares que me cuentan cosas que no conozco: ¿qué es una Guatita? Y ¿unos Llapingachos?...  Pregunté, claro, y una amable camarera me explica que los llapingachos es una torta de patata con queso y que ellos le añaden ibérico, huevo, salsa de maní y truza... ¡toma! ¡vaya bomba! Luego vimos cómo servían en otra mesa y podía ser algo interesante, pero esto lo dejamos para otra visita.

Así fue nuestro menú: 

Comenzamos con una croquetas de gallo de corral y coco. Más que croqueta son unas bolas de carne desmenuzada de gallo verdaderamente deliciosas. Un bocado especiado que deja un postgusto dulce, regalo de ese toque mesurado del coco.
Seguimos con unos langostinos con almidón de yuca. Las piezas de langostino eran generosas, tan grandes como insípidas. El rebozado de yuca una originalidad pero, para mi gusto, nada acertada. El plato venía acompañado de una salsa de maní -creo- verdaderamente deliciosa. Sin sorpresas ni gracia ninguna.
Nuestro tercer y último plato fue la guatita. No nos podemos resistir a un guiso de caños, ¡delicioso!

Factura de 100 euros por dos personas.

Antes de salir me encuentro con Michael Ruíz R. a quien conocí trabajando con mi buen amigo Trifón (de la taberna El Fogón de Trifón. Madrid. Excepcional rincón de tapeo y vino). Resulta que este Paralelo Cero, que recomiendo de corazón, es su nuevo proyecto. Me encanta que alguien me enseñe algo nuevo en cocina y mucho más descubrir lo que podría llamar ‘Alta Cocina Ecuatoriana’.

¡Felicidades!

Paralelo Cero: www.paralelocero.es

martes, 27 de septiembre de 2011

Luis Arévalo y la cocina japonesa-fusión con firma de autor



A los pocos meses de abrir A PUNTO Luis Arévalo ocupó nuestra cocina para dar una clase sobre cocina chifa. Él, peruano de nacimiento y sentimiento, participaba en este taller en el que intentó dejar un poquito de su tierra en nuestro centro, pero ésta no era su especialidad. Luis llegó hace unos años a Madrid y estuvo trabajando durante tiempo en un restaurante japonés que a mí me encanta que se llama 99Sushi Bar —de lo mejorcito de alta cocina japonesa en Madrid—. Pero, como todo en la vida, llegó un momento en el que Luis decide hacer caso a sus ganas e instintos y con la ayuda de unos socios generosos comienza a buscar por la ciudad un local donde poder abrir un espacio culinario donde aproximarse, mimar y cuidar el producto, tal y como él sabe hacer. Así fue cómo se abrieron las puertas del que es hoy por hoy uno de los mejores restaurantes fusión-autor de Madrid, Nikkei 225.

Estuve cenando, en la barra, como a Luis le gusta, viéndole cortar langostas, pescados vivos con la maestría de un samurái, dando forma a platos que previamente han sido acariciados con sus manos.
No había llegado el verano y yo compartía esa barra con una buena amiga, la enóloga Elena Adell –Bodegas Campo Viejo—. Nos dejamos llevar, nos dejamos atrapar, nos dejamos seducir…

De esa cena nació mi invitación a Luis Arévalo para que viniera a A PUNTO de nuevo pero en esta ocasión a hablarnos de cocina japonesa-fusión-de autor. Este miércoles día 28 de septiembre compartimos experiencia con él y, sinceramente, pienso que es un momento para descubrir la alta cocina japonesa-fusión en vivo y directo con uno de los mejores chefs. Cuando le dije a Luis ¿y qué cocinamos? No se lo pensó: Usuzukuri de atún en salsa de tamarindo sésamo, tartar de corvina con manzana y chips del Pacífico y Lomo de mero a la plancha al estilo oilmushi.
Aún quedan plazas, no os lo perdáis!!! Yo ya tengo mi hueco en la cocina. Os veo pronto.



Curso de cocina Japonesa en A PUNTO con Luis Arévalo: reserva tu plaza
Nikkei 225: Calle Fernando el Santo, 29. Madrid. Teléfono: 913 19 03 90
99Sushi Bar (www.99sushibar.com)

jueves, 15 de septiembre de 2011

Los tres patitos


Enamorada de Bangkok. En el barrio chino, fascinante barrio chino. Los patos colgando con la brisa del amanecer húmedo y los chino-thai deseosos de enrollarte la piel del ave en un papel de arroz.
Canturrean en su idioma palabras inteligibles. Huele a flor de plátano, a lemongrass, a cacahuetes tostados. Se despide al segundo con una floreciente sonrisa. No tienes más remedio que sonreír. Bangkok, Tailandia, la ciudad, el país de la sonrisa. El cielo anuncia lluvia. Y llueve. Cuando menos lo esperas llueve sopa caliente. No me importa mojarme. No moja la lluvia seca.

Fascinada por Bangkok, una vez más, si cabe. Esta vez, en este segundo que recordaré o intentaré hacerlo, en el barrio chino, con mis tres nuevos desconocidos, los reyes del pato laqueado.




miércoles, 31 de agosto de 2011

Pasiones para coger con palillos










Hace unos ocho años viajé por primera vez a China. Mi primera parada fue Pekín. Me pasé dos días intentando entenderme con el chino-guía que me acompañaba, a mí solita, por esta fascinante ciudad. Fuimos a la Gran Muralla y también a la Plaza de Tian'anmen a ver volar las cometas cuando se pone el sol -precioso-, paseamos por esos templillos y palacios rodeados de vegetación y riachuelos... ¡ay qué bonita es China cuando uno viaja como turista de lujo!

Pero cuando llegaba la hora de la comida mi chino-guía siempre me llevaba a los restaurantes de hotel.

Creo que aquellas cartas de rollitos primavera, arroz tres delicias y cerdo agridulce que protagonizaban los comedores de dragones y paredes rojizas tan típicos, entonces, en España, eran mucho mejores que esos restaurantes de hotel del Pekín profundo al que me llevaba mi chino-guía. Conseguí convencerle para que me llevara al restaurante que solía ir él, a alguno de esos sitios donde quedan los chinos para comer... ¡Ay qué ingenua! Me llevó...

Describo desde el recuerdo: Comedor de paredes blancas, cuadros de puentes y Gran Muralla a ambos lados, sin ventanas. Tres mesas largas repletas de chinos que no se conocen comiendo a velocidad de vértigo sin levantar la cabeza del plato. Solo se escuchaba el sorber de las sopas agripicantes y el dos por dos de los palillos tropezando con los boles de arroz de porcelana vieja. Nadie hablaba. Mi chino-guía me miraba horrorizado. Yo fascinada. Me senté al lado de un señor delgado -claro- de pelo moreno y corto -claro- y ropa gris -super claro-.

No sé qué comí porque pidió mi chino-guía. Llegaron en menos de un minuto los platos. Si hubiera tenido un segundo para pensar no hubiera comido pero... ¿Quién quiere que un segundo de duda para que le quite la vivencia de un momento maravilloso?

Todo lo que probé estaba riquísimo, el pato, el pollo con salsa de ostras -creo-, un pescado que no sé qué era al vapor, verduras imposibles de nombrar y hasta el arroz, con un punto aromatizado a... ¿flores de Primavera? a ese perfume que te llega cuando comienza la Primavera y las flores amanecen en campos verdes... a eso olía el arroz. Pero con lo que me quedo son con unos dim sum rellenos de marisco -imposible definir qué marisco o si en lugar de marisco era otra cosa que mejor no saber...- que me parecieron un regalo de los dioses.

Repetí plato, ante la perplejidad de mi chino-guía, quien me dijo:

— Dim Sum, tocando el corazón

Entonces sonrió. La primera y última vez que le vi sonreír.


Exacto. Esas empanadillas rellenas me parecen el lujo de los lujos de la cocina china.

Desde entonces soy adicta no solo a los dim sum sino también a cocinar con la olla de bambú, pero ésta es otra historia. Arriba tenéis la foto de los últimos que hice en mi casa.

Adjunto artículo que publiqué en El Mundo hace un tiempo sobre este delicioso manjar.


En el corazón de la cocina china

En el siglo X, bajo la dominación de la dinastía Sung, los viajeros que recorrían el Camino Real solían hacer parada y fonda en los salones de té para descansar y reponer fuerzas. En aquellos lugares se ofrecía a los aventureros una sencillísima y enérgica cocina basada en varios platillos con diversos guisos que se envolvían en unas obleas llamadas wonton. Cada viajero cogía una de esas obleas y envolvía en ellas lo que más le apetecía. Cada bocadito se acompañaba con té, generalmente con unos té aromáticos y potentes de sabor como el Pu Erh.

La imagen de estos primitivos ágapes me trae a la memoria las tortillas mexicanas. Sin embargo, aquel picoteo de viajeros fue evolucionando hasta convertirse en lo que hoy es uno de los bocados más maravillosos y energéticos de la cocina China, los llamados 'dim sum' o empanadillas chinas.


Viaje a dónde viaje, por cualquier lugar del fascinante continente, hay puestos callejeros en los que se están elaborando los 'dim sum' a pie de calle. También en cualquier restaurante, las cartas sugieren mil maneras de degustar esos caprichosos bocaditos.

Puede que me hayan venido a la cabeza los 'dim sum' por estas Olimpiadas que estamos viviendo. Porque en estos días hemos oído y leído varias noticias sobre la alimentación que se les está dando a los atletas. La cocina china es milenaria, nutritiva, equilibrada y sabrosísima. Sin embargo, los miles de cocineros, que han sido contratados para alimentar a los deportistas, están poniendo en práctica sus conocimientos de cocina internacional, o elaborando las tradicionales recetas chinas con guiños de fusión. Para que los paladares del mundo no sufran con guisos desconocidos.

En cualquier caso, pienso que, cuando se viaja hay que probar los platos típicos de cada país. Y en China, la cocina es una verdadera delicia y los 'dim sum', un ingenioso bocado para sibaritas.

Recuerdo que en Shangai me llamó la atención que en una de las calles más comerciales de la ciudad había una gran cola de gente esperando. Me quedé mirando, sin saber muy bien qué era lo que ocurría, hasta que un chico me dijo: "¿Te gustan los 'dim sum'?". Y yo le contesté que era adicta. Así que me invitó a probar los de ese chiringuito callejero que "son los mejores de este barrio", me dijo. No sé si lo eran o no, pero desde luego tengo un recuerdo fascinante.

El 'dim sum' es un bocado cantonés que, traducido a nuestro idioma, significa 'tocando el corazón'. Suelen rellenarlo de carne, verduras, mariscos e incluso de frutas. Lo habitual es comerlos por las mañanas (momento para el que la masa de la oblea es más gorda para que, según dicen, de más energía) y por las tardes. Pero, lo cierto es que tanto en Pekín como en Shangai es habitual encontrarse a los chinos comiéndolos a cualquier hora del día.

Se elaboran de dos maneras: al vapor, con las maravillosas ollas de bambú (es el cachivache de cocina más saludable que se puede tener en casa), o a la plancha. Además, hoy en día, la tradición sigue mandando, y las bolitas se comen con palillos, se mojan en salsa de soja y se acompañan con té.

martes, 23 de agosto de 2011

Un cuento para comer


El hígado es un ejercicio que realicé en un taller de Estructura de la Novela con Juan Madrid hace ya unos añitos.

Ahora que acabo de terminar mi novela, os dejo este cuento estructurado en primera persona... que cedí a mis amigos Yanet Acosta y Jacobo Gavira para su precioso fanzine En Crudo.








El hígado



Disculpe señor, usted no puede relacionarme con un asesinato. No puede entrar en este restaurante y delante de mis amigos y de toda la gente, y decirme que yo soy sospechoso de la muerte de Carlota. Pero ¿cómo se atreve a culparme? ¿Cómo puede decirme a bocajarro que mi amiga ha muerto? ¿Dónde la han encontrado?

Hace dos semanas que recibí por correo postal la invitación formal a una comida. Cuando abrí el sobre y vi que era de Carlota me sorprendió que se hubiera tomado la molestia de escribirnos a todos y mandarnos esta invitación. Ya sabíamos que este sábado nos veríamos, pero es Carlota y de ella se puede esperar todo…

Los tres presentes y Carlota llevábamos diez años quedando en el mismo restaurante, a la misma hora y nos sentábamos en esta mesa, la de siempre. ¿Qué voy yo a saber de esto? Este sábado era un sábado más, como cualquier otro…


Sí, la invitación la tengo aquí, en el bolsillo. Se la leo:


“QUERIDOS AMIGOS, EL SÁBADO 25 OS ESPERO DONDE SIEMPRE PERO EN ESTA OCASIÓN ME HE TOMADO EL LUJO DE PEDIR YO EL MENÚ POR ANTICIPADO. OS ANUNCIO CUÁL VA A SER EL MANJAR: CARPACCIO DE FOIE CON MANZANA ASADA AL PEDRO XIMÉNEZ Y CHAMPAGNE. SI LLEGO TARDE, EMPEZAR SIN MÍ. SABÉIS QUE SIEMPRE, AUNQUE EN LA LEJANÍA, ESTOY CON VOSOTROS. UN ABRAZO, CARLOTA”


Todos, los tres, recibimos la misma nota y… claro, ¿cómo no íbamos a venir?

Somos unos amigos muy unidos, nunca faltamos a esta cita. Y si le digo la verdad, ella siempre pedía el menú ¿Cómo nos íbamos a extrañar de que en esta ocasión las cosas iban a ser diferentes?


He comido foie, o mejor decir hígado, desde niño. Y tengo que reconocer que lo odiaba. Pero ya sabe usted que cuando el amor se cruza uno olvida sus prejuicios, al menos durante un tiempo.

Sí, Carlota fue el gran amor de mi vida y la persona que más he odiado, pero también es, ¿o tengo que decir fue?, mi mejor confidente y ahora…¡joder, qué la jodan!

Esa endiablada mujer me cautivó desde el primer día que la vi. Fue en el instituto. Éramos unos pipiolos. Ella con esa melena que le llegaba a la cintura y yo… yo un gilipollas con la cara llena de granos que babeaba detrás de la única chica de la escuela a la que yo había oído hablar sobre las propiedades beneficiosas del hígado encebollado. Recuerdo ese día como si hubiera sido ayer: los chicos de la clase se amontonaban alrededor de ella. Carlota era una líder de opinión, todos la adoraban y la seguían. Ese día había traído en su tapperware un par de finísimos filetes de hígado bien llenos de cebolla. Mostraba cada pieza de ese hígado como si fuesen joyas de cocina y decía “no hay mayor placer que meterse un trozo de esta carne, cerrar los ojos y dejar que los aromas a terruño, a madreselva, a campo agreste invadan tus entrañas”…


Al principio pensé que estaba loca, pero luego me enamoré. Tengo que reconocer que Carlota no dejó nunca de sorprenderme. Después de aquella escenita de escuela y durante casi un año, el plato de moda entre los estudiantes ¿sabe cuál fue? Hígado encebollado… ¡manda cojones!

Conseguí que ella se fijara en mí y nos pasamos juntos la gloriosa época de tres años. El último, decidimos vivir juntos… Entonces, a los pocos meses, un buen día todo se acabó.

Odio el hígado y, en aquel entonces, también a ella. Pero eso no significa que yo quisiera matarla. No hubiera podido hacerlo…

Después de veinte años, Carlota, Andrea, Samuel y yo volvimos a encontrarnos y decidimos que no nos alejaríamos nunca. Así que acordamos vernos aquí en este restaurante, todos los sábados al mediodía. Solo los cuatro.

No sé que coño tenía ella con el maldito hígado… joder, ¿cómo ha podido hacernos esto?

Lo cierto es que noté que el cocinero, Abraham, cuando nos traía el plato estaba nervioso. Le tembló la voz cuando cantaba la comanda:


— Carpaccio de foie y manzana asada al Pedro Ximénez


¿Sabe? Tengo que reconocer que ese foie era diferente. Tenía un cierto toque dulce, era más meloso, se deshacía en la boca… y no vea usted cómo estaba con el champagne.


Vaya lo siento… es que se me olvida que… joder, ¡qué hija de puta!, cómo es posible… por qué nos ha hecho esto… Señor agente, le repito que yo jamás hubiera podido acabar con Carlota.


Sí, es cierto. La vi ayer. En su casa. Como otras muchas veces. No es extraño. Estuvimos cocinando. Ella tenía que terminar unos platos de postres para no sé qué revistas. Vino un fotógrafo, hizo las fotos a los platos y se fue. Y nos quedamos solos… Bueno, de vez en cuando nos quedábamos solos y usted ya sabe. En fin… no me miréis así, creo que todos ya sabéis que follábamos de vez en cuando. Mi mujer no lo sabe así que… supongo que esto está bajo secreto de confesión (…)


No sé, ahora que lo pienso, Carlota se sentía perseguida por un chiflado. Nunca quiso decirme nada de él, solo en una ocasión me contó que hacía años se había enrollado con él, pero que no le gustaba nada. Me contaba que era raro y que le daba miedo. No sé su nombre, ni a qué se dedica, ni nada… Bueno, en una ocasión me dijo algo relacionado con la muerte o no sé, pensé que era forense… la verdad es que no lo sé. Ella solo me decía que era un psicópata y que la llamaba constantemente y que incluso la amenazaba con descuartizarla… Carlota era muy imaginativa, no sé. Se le disparaba la fantasía enseguida. Tanto que últimamente no hacía más que hacernos prometer a los tres que si ella se moría nos comeríamos su hígado. Decía que en todos esos años consagrados a la gastronomía, había podido alimentar su hígado con el mejor caviar y con un excelente champagne, así que estaba segura de que su pieza iba a ser única. Nos reímos mucho cuando nos decía que en su testamento nos dejaría su hígado como herencia…


Era gastrónoma y ya sabrá usted de las excentricidades de los periodistas culinarios. Carlota era una exquisita y por lo que veo… una gilipollas.

Pero, discúlpeme señor agente, usted ha entrado en este restaurante solo, me ha enseñado una placa y ha preguntado por mí. ¿Qué sabe usted de mí? ¿por qué yo y no Andrea o Samuel? ¿Cómo sabía que hoy estaríamos aquí?


Abraham, el cocinero, nos dijo que hoy por la mañana le había llegado ese hígado perfectamente limpio… que un mensajero le había entregado un paquete con una nota escrita a ordenador donde decía: “para la mesa de Carlota”… Abraham sabía de las manías de Carlota, con lo que no sospechó de nada… Cuando llegué me contó que nunca había visto a un hígado tan bien cortado… Bromeamos acerca de eso, pero… y usted, si no ha visto el cuerpo de Carlota ¿qué le ha traído hasta aquí? ¿cómo sabe que está muerta? ¿Cómo es posible que usted sepa que hemos comido hígado y que éste es de ella? No, no, ahora contésteme a mí señor agente… Pero… pero, ¿por qué… señor agente, tiene usted puesta esa pulsera en su muñeca? ¿Sabe que esa pulsera se la regalé yo? Ayer, creo recordar que la tenía… ¿Dónde está Carlota señor agente? Ahora contésteme usted… ¿Dónde está Carlota?



@ Sara Cucala

martes, 16 de agosto de 2011

Repartiendo hostias

Una mañana de sol y brisa en Madrid, después de una noche calurosa, madrugo para ver el amanecer desde la terraza. Hoy el viento sabe diferente. Hoy la brisa anticipa el adiós del verano. Dejé el Mediterráneo almeriense para volver a mi mar de tejados rojos, a este Madrid de rugidos y malos humos en el que vivo. Casi me había olvidado cómo era despertarse en esta ciudad, cómo era de bella la luz del primer abrir y cerrar de ojos del sol.

Tan solo necesito cinco minutos para reconocerme en este escenario, entonces empieza la función, del día a día, esto que llaman realidad. Leo los periódicos y ¡zas! aquí está el señor de las nieves, el queridísimo pontífice que ya viene a Madrid a repartir hostias. Y me encuentro con este artículo en el El País que habla de los beneficios del merchandising del Papa. Leer esto:



"... la de la cara del Papa. Es la más divertida. La dependienta, que ha tenido una mañana movidita, ofrece los dulces a las visitantes. Son las benedipastas, cuadraditos de galleta que se pegan al paladar y que decoran los escaparates de la cadena de pastelerías del Horno de San Onofre. Hay tres tipos: una con la bandera vaticana, otra con el logotipo de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) y la que arrasa, con el rostro y busto de Ratzinger bajo una fina capa de gelatina. Cada pasta, del tamaño aproximado de una foto de carné, cuesta 1,50 euros. Hay también piruletas de pasta con el logotipo oficial por 1,75 y 2,50 euros. Son un buen acompañamiento (algo empalagoso) para tomar el té y están muy solicitadas estos días. Pero, por lo visto, al pontífice no le harían ninguna gracia si se las encontrara"




Las benedipastas... el careto del señor Benedicto bañado en gelatina... de verdad, esto de la crisis me parece fascinante no solo agudiza el ingenio sino que lleva a rajatabla esto de 'el que no corre vuela'.

Hoy abro la librería, A Punto (Pelayo, 60), y esto pensando en poner en el escaparate un cartel que diga: "Aquí se reparten hostias, con sabor a incienso y mirra" o quizá me vaya al Horno de san Onofre a comprar las benedipastas y le de una a cada persona que compre un libro... O simplemente me lleve una doce de pastitas y las moje en el café de las doce.

Feliz día!!