sábado, 26 de junio de 2010

Un viaje y un poema en un desierto




El crepúsculo dibujó la sombra
rojiza del tiempo en la llanura virginal
del Desierto. Desde el promontorio
de una duna con nombre de Luna, envueltos
en la melodía del viento
suave como la primera orgía de amor, moría a la vez que aquel aire
haciendo remolinos con tu cabello.

Tú arriba subido casi tocando el cielo
trepabas sin pausa por las arenas arrojadizas
de la montaña de los dioses. El sol se fugaba
con la noche y yo desfallecía desnuda
arrastrando mi cuerpo por las curvas irregulares
de la arena del desierto. No sabía que llegarías;
no te esperaba, ni siquiera lo hago ahora, pero allí estábamos
en erupción como el volcán
que se dibujaba en nuestros ojos.


(Poemario: Arenas Movedizas)

lunes, 14 de junio de 2010

Mis lugares favoritos para Desayunar

Después de la lluvia... llega el sol y se introduce por los cristales del Café del Espejo (Madrid)

Se deja atrás la Castellana para adentrarse en el antiguo Paseo de Calvo Sotelo, hoy conocido como el Paseo de Recoletos. A un lado y otro, rayan la rectilínea carretera, pistas siempre abarrotadas de coches. Estamos en Madrid y el tráfico es inevitable. Pero entre esas hileras asfalto, se encuentra un hermoso paseo bien ajardinado que ayuda, si se esfuerza uno, a evadirse del ajetreo diario. Es, caminando por ese milagro de árboles y flores de temporada, por el que se accede al Pabellón de El Espejo.
El Pabellón es un añadido al clásico restaurante-café El Espejo. Este romántico y fascinante lugar abrió sus puertas en 1978 con una decoración estilo art nouveau, que trae a la memoria los vetustos y míticos cafés como el Café Americain de Amsterdam o el Café de la Paix de París o cualquiera de principios del siglo XX.
Sus dueños, entre los que se encuentra Florencio Solchaga, se dedicaron a decorar al milímetro el café. Hasta convertirlo hoy en día en un agradabilísimo lugar capaz de transportarte a otra época.
El Pabellón es una cafetería de grandes critales, alguno de ellos policromados, que está abierta todo el año. Junto a la casita de cristal se encuentra una maravillosa terraza rodeada de jardín, que es una delicia los días de sol en Madrid. Aunque, precisamente, el milagro del Pabellón es precisamente ese, la luz.
Cuando te sientas por las mañanas en su sala no solo se logra tener las vistas más fastuosas del Paseo, sino que se goza con el privilegio de que los primeros rayos de sol sean para tí. Y esto la convierte en única.
Dentro del Pabellón de Cristal se distribuyen varias mesas, una barra pequeña, camareros bien uniformados y una carta de desayunos que cumple con todos los requisitos del despertar más tradicional. Se monta un bufé junto a las mesas con repostería en miniatura (palmeritas de hojaldres, crusanes...), panecillos, embutidos, quesos, pinchitos de tortilla y tostas diferentes (de jamón ibérico, de salmón, de ensaladilla rusa, de pimientos...). Tienen un excelente café y zumos de naranja natural.

Café del Espejo: www.restauranteelespejo.com

viernes, 11 de junio de 2010